29 sep 2017
Referéndum Cataluña: a favor y en contra
"Será la gente la que dé o no dé las garantías del referéndum en Cataluña"
Cuando un territorio plantea su secesión con respecto al Estado al que aún pertenece, la primera pregunta que surge, casi de manera natural, es cómo se las arreglará ese territorio para gestionar su independencia. Los interrogantes son razonables y múltiples: ¿Será capaz de erigirse en un Estado con plena autonomía? ¿Funcionará bien su economía, su balanza comercial, su política fiscal? ¿Podrá hacer frente la creación y el mantenimiento de sus propias estructuras judiciales? ¿Se resentirá su tejido industrial? Y, en definitiva, todos esos cuestionamientos que hemos escuchado sobre Cataluña y su actual proyecto independentista. Sin embargo, pasan semanas hasta que alguien se acuerda de la otra parte del conflicto. En este caso concreto: ¿Cómo se las arreglará España sin Cataluña? ¿Le afectará negativamente la secesión?
Hay que asumir que partimos de una base de gran incertidumbre, desde la cual se ven muchas más preguntas que respuestas. En otras palabras: a día de hoy, es imposible saber en qué términos se llevarían a cabo las acciones concretas necesarias para que Cataluña fuera efectivamente una república soberana. Muchos asuntos requieren delicadas negociaciones para no derivar en catástrofes, y sin saber el resultado de esas negociaciones (o de esas catástrofes) es imposible imaginarse cuál será la situación real.
Territorio e infraestructuras
Así que, de momento, empecemos por lo obvio: España, sin Cataluña, pasaría de tener una superficie de 505.944 km a 473.854 km, lo cual supone una disminución territorial del 6,3%. Por otra parte, perdería 7 millones y medio de habitantes, pasando de una población de 46,4 millones de habitantes a una de 39 millones, como en los años 90.
El territorio, claro, es mucho más que una cantidad determinada de kilómetros cuadrados: contiene espacios e infraestructuras de vital importancia, que generan beneficios y repercuten positivamente en todo el territorio nacional; y el número de habitantes es una cifra de vital importancia también en el terreno de la contribución fiscal y de las pensiones.
Sin Cataluña, la frontera de España con Francia se reduciría a la mitad, perdería su mejor paso fronterizo (La Jonquera) y Andorra dejaría de ser accesible directamente desde España.
Y por supuesto, perdería también cientos de kilómetros de costa con su enorme potencial de explotación en servicios turísticos, por no mencionar el valor cultural del enorme patrimonio catalán.
Una de las pérdidas infraestructurales más importantes para España sería el aeropuerto de El Prat, que es el segundo más activo del país, con cifras muy cercanas a las del aeropuerto de Madrid-Barajas: tan solo en el pasado mes de agosto, 4,9 millones de pasajeros transitaron por el Prat, en unas 31.500 operaciones.
El puerto de Barcelona es el segundo puerto de España en cifras de tráfico, con 5,9 millones de toneladas registradas en julio, y con medio millón de pasajeros. El de Tarragona también es importante: es el sexto en tráfico. El impacto económico resultante de perder el control sobre estos puertos no es desdeñable en ningún caso.
Dos centrales nucleares (cuya potencia conjunta supone casi el 40% del total de la que se produce en España), dos factorías automovilísticas (Seat y Nissan), una carísima red de conexiones ferroviarias y varios centenares de kilómetros de cable telefónico submarino dejarían de estar también bajo el control del Estado español, entre otras muchas infraestructuras industriales.
Analizamos qué efectos tendría en la configuración del Estado español una hipotética independencia de Cataluña. |
Referéndum Cataluña: a favor y en contra
"Será la gente la que dé o no dé las garantías del referéndum en Cataluña"
Cuando un territorio plantea su secesión con respecto al Estado al que aún pertenece, la primera pregunta que surge, casi de manera natural, es cómo se las arreglará ese territorio para gestionar su independencia. Los interrogantes son razonables y múltiples: ¿Será capaz de erigirse en un Estado con plena autonomía? ¿Funcionará bien su economía, su balanza comercial, su política fiscal? ¿Podrá hacer frente la creación y el mantenimiento de sus propias estructuras judiciales? ¿Se resentirá su tejido industrial? Y, en definitiva, todos esos cuestionamientos que hemos escuchado sobre Cataluña y su actual proyecto independentista. Sin embargo, pasan semanas hasta que alguien se acuerda de la otra parte del conflicto. En este caso concreto: ¿Cómo se las arreglará España sin Cataluña? ¿Le afectará negativamente la secesión?
Hay que asumir que partimos de una base de gran incertidumbre, desde la cual se ven muchas más preguntas que respuestas. En otras palabras: a día de hoy, es imposible saber en qué términos se llevarían a cabo las acciones concretas necesarias para que Cataluña fuera efectivamente una república soberana. Muchos asuntos requieren delicadas negociaciones para no derivar en catástrofes, y sin saber el resultado de esas negociaciones (o de esas catástrofes) es imposible imaginarse cuál será la situación real.
Territorio e infraestructuras
Así que, de momento, empecemos por lo obvio: España, sin Cataluña, pasaría de tener una superficie de 505.944 km a 473.854 km, lo cual supone una disminución territorial del 6,3%. Por otra parte, perdería 7 millones y medio de habitantes, pasando de una población de 46,4 millones de habitantes a una de 39 millones, como en los años 90.
El territorio, claro, es mucho más que una cantidad determinada de kilómetros cuadrados: contiene espacios e infraestructuras de vital importancia, que generan beneficios y repercuten positivamente en todo el territorio nacional; y el número de habitantes es una cifra de vital importancia también en el terreno de la contribución fiscal y de las pensiones.
Sin Cataluña, la frontera de España con Francia se reduciría a la mitad, perdería su mejor paso fronterizo (La Jonquera) y Andorra dejaría de ser accesible directamente desde España.
Y por supuesto, perdería también cientos de kilómetros de costa con su enorme potencial de explotación en servicios turísticos, por no mencionar el valor cultural del enorme patrimonio catalán.
Una de las pérdidas infraestructurales más importantes para España sería el aeropuerto de El Prat, que es el segundo más activo del país, con cifras muy cercanas a las del aeropuerto de Madrid-Barajas: tan solo en el pasado mes de agosto, 4,9 millones de pasajeros transitaron por el Prat, en unas 31.500 operaciones.
El puerto de Barcelona es el segundo puerto de España en cifras de tráfico, con 5,9 millones de toneladas registradas en julio, y con medio millón de pasajeros. El de Tarragona también es importante: es el sexto en tráfico. El impacto económico resultante de perder el control sobre estos puertos no es desdeñable en ningún caso.
Dos centrales nucleares (cuya potencia conjunta supone casi el 40% del total de la que se produce en España), dos factorías automovilísticas (Seat y Nissan), una carísima red de conexiones ferroviarias y varios centenares de kilómetros de cable telefónico submarino dejarían de estar también bajo el control del Estado español, entre otras muchas infraestructuras industriales.
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Es fácil imaginar que se trata de pérdidas significativas y relevantes. |
¿Una España más pobre y desigual?
El analista político y periodista del diario catalán 'Ara' David Miró no tiene dudas al respecto de cómo quedaría el Estado español tras la hipotética secesión de Cataluña: "A grandes rasgos podemos afirmar que sería una España más pequeña, más pobre y más desigual".
Si Miró dice "a grandes rasgos" es porque las incógnitas son tantas que es imposible pormenorizar el análisis todavía, y de nuevo tenemos que ceñirnos a lo obvio, a lo inmediatamente calculable: España perdería los 210.000 millones del PIB catalán. A grandes rasgos podemos afirmar que sería una España más pequeña, más pobre y más desigual David Miró, analista político
Otro analista, Pablo M. Beleña, del portal Diariocrítico.com, va un poco más allá: "España no solo perdería los 200.000 millones del PIB catalán, sino también todo el enriquecimiento generalizado como país que genera la actividad económica catalana. Ya sólo perder Cataluña sería como perder el 20% del PIB, lo que supondría una contracción inasumible, pero también se iría incrementando con el paso del tiempo, al perder los lazos económicos, por mucho que se mantenga una buena relación de intercambio comercial". Y añade que "los empleos que podrían perderse serían otro punto a tener en cuenta, igualmente desastroso".
"No se trata de un asunto económico"
En vista de todo lo anterior, sería legítimo sospechar que el ímpetu con el que el Gobierno de España está impidiendo la celebración del referéndum soberanista y su inflexibilidad a la hora de plantear o aceptar vías alternativas de diálogo tiene su raíz en el miedo al efecto económico "desastroso" que eso podría tener sobre la economía española.
No es lo que piensa José Moisés Martín, experto economista, al que hemos recurrido en RT para profundizar en el análisis de un hipotético escenario económico posterior a la independencia de Cataluña. En su opinión, el problema no es tanto económico, sino "político y de orden constitucional".
El aspecto económico del problema, por ahora, es poco previsible, debido a la gran cantidad de variables al que está sujeto. "En caso de que haya una desconexión, depende mucho de cual sea el acuerdo final, de si se trata de una conexión en la que Cataluña no participe en el mercado único, que sería mucho más dramática, o de si hay una desconexión dentro del mercado único de la Unión Europea, que requeriría una negociación muy importante y tendría consecuencias distintas", explica Martín. Lo que este analista tiene claro es que "si se hace a las bravas yo creo que será una catástrofe para las dos economías".Con lo que sabemos hasta ahora, es imposible ofrecer un pronóstico fiable, porque "hay muchos elementos de interrogación".
En vista de todo lo anterior, sería legítimo sospechar que el ímpetu con el que el Gobierno de España está impidiendo la celebración del referéndum soberanista y su inflexibilidad a la hora de plantear o aceptar vías alternativas de diálogo tiene su raíz en el miedo al efecto económico "desastroso" que eso podría tener sobre la economía española.
No es lo que piensa José Moisés Martín, experto economista, al que hemos recurrido en RT para profundizar en el análisis de un hipotético escenario económico posterior a la independencia de Cataluña. En su opinión, el problema no es tanto económico, sino "político y de orden constitucional".
El aspecto económico del problema, por ahora, es poco previsible, debido a la gran cantidad de variables al que está sujeto. "En caso de que haya una desconexión, depende mucho de cual sea el acuerdo final, de si se trata de una conexión en la que Cataluña no participe en el mercado único, que sería mucho más dramática, o de si hay una desconexión dentro del mercado único de la Unión Europea, que requeriría una negociación muy importante y tendría consecuencias distintas", explica Martín. Lo que este analista tiene claro es que "si se hace a las bravas yo creo que será una catástrofe para las dos economías".Con lo que sabemos hasta ahora, es imposible ofrecer un pronóstico fiable, porque "hay muchos elementos de interrogación".
RT / MISIONEROS DE LA COMUNICACION
misionerosdelacomunicacion@gmail.com